INTRODUCCION






La expresión plástica como todo lenguaje, supone un proceso creador. Para llegar a representar, comunicar creativamente a través de la imagen, las percepciones, las vivencias, es necesario conseguir un equilibrio entre lo que se vive y lo que se expresa, entre acción y lenguaje, y es necesario además, encontrar una “forma de decir” en este caso una forma práctica.

La expresión plástica, además de su valor como lenguaje expresivo, es el cauce para la expresión de contenidos mentales de índole estética y emocional y también para la expresión de contenidos cognitivos acerca de configuraciones visuales y espaciales, haciendo posible la materialización de las ideas junto con la formación y desarrollo de la propia motricidad, afectividad y cognición del niño.

Asimismo, la expresión plástica tiene un fuerte valor procedimental como recurso didáctico para la comprensión de los contenidos de otras áreas.

Con respecto a su valor actitudinal, la expresión plástica es el medio idóneo para propiciar actitudes como sentir percibiendo, ver interiorizando, comprendiendo, descubriendo,... gracias al placer derivado de los estímulos visuales, táctiles, de experimentación, etc.